martes, 25 de octubre de 2011

Un trabajo facil

Un trabajo facil

oct/11

-                          Muy bien Bukowsky - dijo el sargento Marlón – No me hagas perder el tiempo y deja que vaya pronto a casa!

El puñetazo me coge desprevenido y consigue tirarme al suelo. Este bruto me ha partido la oreja y me duele de verdad. Pero para dolor la puta ulcera que no consigo calmar ni a base de vodka. No se que darle. Cuando me rehago un poco y el dolor me deja juntar algunas palabras alcanzo a decir:

-                          Joder Sam…
-                          Sgto. Marlón para ti Bukowsky. Te he hecho daño? Llamo a mama? – me insulta con sorna –
-                          No sargento! Yo no lo haría. Cuando dejé a su madre me aseguró que no podría cerrar las piernas para levantarse en toda la noche.
-                          Hijo de puta – me grita como un loco y de una zancada se acerca lo suficiente para patearme la cabeza en la misma herida. Que puntería! El dolor empieza a hacerle competencia al de la ulcera.
-                          Joder Sgto. Era una broma! No tiene sentido del humor?
-                          No capullo. Ni tiempo. Te he dicho que quiero ir pronto a casa y te pones a tocarme las pelotas!
-                          Ayúdeme a levantarme o quiteme las esposas. No voy a huir!
-                          Tienes cojones Bukowsky. Estas encerrado en una sala de interrogatorios con un cabrón como yo y dices que no piensas huir! Empecemos de nuevo!

El sargento Malone me quita las esposas y me ayuda a sentarme sobre el taburete. Alcanzo a verme en el espejo y mi aspecto es tan lamentable que siento lastima de ese pobre imbecil, avejado por el alcohol que veo frente a mi: un hombre de apenas cuarenta años que aparenta veinte mas. Despeinado, el pelo mal cortado y empapado en la  sangre de una oreja que cuelga medio rota. Un par de cicatrices y un gesto de dolor forman el resto de mi bonita cara. Las ropas no son mejores: un traje barato y arrugado de lana gris y una camisa que una vez fue blanca empapada en sudor, en alcohol y en sangre. La corbata parece una broma de mal gusto, colgando de mi cuello. Tengo un rasgo de dignidad que me confunde e intento recomponer  aquella imagen. Ajusto el nudo y coloco el cuello de la camisa hacia abajo, estiro un poco la chaqueta y me aclaro la voz y las ideas antes de que este bruto acabe conmigo.
-                          Muy bien Bukowsky y ahora estas listo para contestar mis preguntas?
-                          Si señor – le respondo, intentando parecer respetuoso con aquel gilipollas –
-                          Pues vamos, canta.
-                          Muy bien sargento! Allá va: Esta mañana se acercó una joven a mi oficina. Quería que le guardara un objeto muy querido para ella porque tenia miedo de que su amante que se lo había regalado semanas antes, quisiera recuperarlo por la fuerza al haber terminado su relación…


1                    10: 38 a.m.  
                                 Una mujer se para un instante ante la puerta de mi oficina y la golpea suavemente. Estoy tirado en el sofá del despacho intentando ahogar el puto dolor de la ulcera con una botella de vodka. Ni me molesto en levantarme. Hace casi dos meses que no tengo un caso y estoy harto de recibir facturas y las quejas de mi casero. Vuelve a llamar. Esta vez con mas insistencia: que pase quien quiera que sea y acabemos de una puta vez. Grito “adelante” y veo como se abre la puerta y entra una mujer joven, muy joven, demasiado quizá.
Tiene una cara bonita, muy seductora pero no es guapa. Más que llevar puesta parece que lleva tatuada la ropa, tan ajustada que resalta todas y cada una de sus curvas. Tiene un cuerpo proporcionado, unos pechos altos, desnudos, envueltos en una camisa de seda que enseñan sus pezones gordos y un culo de los que me vuelven loco. Casi todos me vuelven loco pero estos culos respingones son la leche. El pantalón le marca de manera enérgica el coño. No hace falta imaginarse nada. Lo que se dice un autentico “pie de camello”. Me levanto al instante dando un bote y balbuceo:

-                          Perdone mi aspecto pero ayer estuve resolviendo un caso hasta tarde y …
-                          No se preocupe, me hago cargo. – responde resuelta y aprovecha para darme un repaso de arriba a bajo.

Esta es la clase de cosas que me la ponen dura. La chica también y empiezo a tener un erección en el mismo momento que detiene su mirad en mi paquete. Me pongo la chaqueta que tengo tirada en una silla y me dirijo hacia mi mesa de trabajo decorada con carpetas vacías y algún que otro papel olvidado que le dan un aspecto decente.

-                          Siéntese y dígame en que puedo ayudarla señorita…
-                          Dubois, Corina Dubois.
-                          Ahh, francesa! – deduje rapido -
-                          No, no. Canadiense.
-                          Ahh canadiense - dije decepcionado -
-                          Si, pero he estudiado en Francia.
-                          Ahh, estudiado en Francia – repito como un idiota–
-                          Si, pero yo venia porque necesito que encuentre a una amiga y le pida algo que tiene de mi propiedad sr. Bukowsky.
-                          Ahhh. Entonces ha perdido una amiga!

Lo digo para ganar tiempo. Mientras me habla no se porque me imagino a las dos amigas instalándose cómodamente en mi cama. Tengo las pelotas a punto de estallar. Me pongo de pie y entro las manos en los bolsillos. Cojo el paquete de cigarrillos de uno de los bolsillos y con la otra mano hago ver que busco las cerillas para que no se me note la polla. Le ofrezco un cigarrillo y me siento en una esquina de la mesa ceca de ella haciendo un escorzo con las piernas para aliviar la tensión. Ella como no podía ser de otra manera, se da cuenta y clava sus ojos en mi bragueta.

            -           No gracias, solo fumo cigarros puros.

Joder, tengo que entrar otra vez la mano en el bolsillo del pantalón.

-                          Sr. Bukowsky, si busca las cerillas están encima de su mesa – me dice divertida –
-                          Si señorita pero ahora he decidido no fumar hasta después.
-                          Después de que Sr. Bukowsky?
-                          Después de que tome mi medicina! – respondo rápido -
-                          Oh! – dijo pareciendo algo confusa y luego prosiguió - Vera Sr. Bukowsky, mi amiga se llama Lin y es oriental, de Tailandia. Ha oído hablar de Tailandia Sr. Bukowsky? Bien el caso es que hace unos días nos peleamos y no he vuelto a verla. No quiere atender mis llamadas y necesito encontrarla para que me devuelva “algo” muy especial que tiene mío. Esta es una fotografía de Lin.
-                          Se pelearon? – respondo, mirando la fotografía de aquella belleza oriental – Una pelea de amor? Quieren al mismo hombre?
-                          Si fue una pelea de amor pero no es lo que ud piensa. Lin y yo somos… somos… estamos…

Joder, no me lo puedo creer. En que colegio ha estudiado esta muñeca? No puede ser verdad! Solo de pensarlo me dan ganas de… Tiro una piedra.

-                          Srta. Debois - digo mientras saco las manos de los bolsillos y bajo de la mesa para situarme detrás de ella – porqué no permite que un hombre la trate como se merece? 

Me deja que la abrace sin inmutarse mientras acaricio suavemente su cintura y busco bajo la blusa, su pezón gordo y duro.

-                          Venga al sofá y vera que todo lo que le digo es cierto – como gilipollez no esta mal y además no se me ocurre otra cosa. Lo que de verdad quiero es quitarme los pantalones que me empiezan a molestar –
-                          Sr. Bukowsky – dice sin pestañear – ni su lengua ni su polla podrían hacerme olvidar a Lin. Quiero que la encuentre y quizá, solo quizá, le deje hacer conmigo lo que quiera. Ahora por favor quiteme las manos de encima. Debo irme.

En el fondo no me apetece tanto. La ulcera me sigue jodiendo y la verdad es que tengo que beber algo antes de que acabe gritando de dolor. Si no es por eso, no llega ni al sofá y le dejo las cerillas en el culo para que se acuerde de mi.

-           Muy bien, como quiera pero ud. se lo pierde! Dos cosas mas: donde puedo encontrar a su amiga y cobro cien pavos al día, gastos aparte.

Dubois se pone de pie, se coloca la blusa y sin mirarme me suelta:

-           Actúa en un club de la calle catorce. Yo intenté localizara pero me dijeron que no sabían cuando volvería. No puedo decirle mas. Quédese con esta fotografía. Y en cuanto al dinero me parece bien. Llame a este numero cuando consiga lo que es mío.

            Me deja una tarjeta en la que únicamente aparece un numero de teléfono de la ciudad. Después sale del despacho tan rítmicamente como ha entrado con la diferencia de que ahora me regala una preciosa vista de su culo. Y lo sabe porque nadie anda así. Tiene un par de piernas no muy largas y bien torneadas hasta donde me puedo imaginar. Unas piernas que llegan justo desde el suelo hasta el culo. Que mas puedo pedir?  Que sean mías!

-           Sigue coño!! No tengo toda la noche.
-           Si sargento. Como era un trabajo fácil decidí tomarme un para de días de descanso y cuidarme un poco. Nada del otro mundo: cortarme el pelo, pregunte!, pregunte en la peluquería de Tony, pasear tranquilamente y comprar una medicina para mi estomago. Estoy algo delicado, sabe?


2          11:54 a.m.   
                               No me parece un trabajo difícil. Me pongo manos a la obra rápidamente y así acabo cuanto antes. El dinero fácil hay que agarrarlo al vuelo. Me arreglo un poco y bajo a la peluquería de Tony para hacerme un buen afeitado y arreglarme el pelo. Siempre que empiezo un caso, hago lo mismo. Primero porque tengo la estupida manía de creer que me puede ir mejor y segundo porque en esta peluquería hay servicios que no se encuentran en todos los sitios. Cuando entro Tony esta terminando de cobrar  a un cliente y me hace una seña.

- Pase y siéntese Sr. Bukowsky. Que va a ser?
- Quiero que me cortes el pelo y me afeites. Y después deseo una buena manicura.
- Muy bien Sr. Bukowsky, enseguida aviso a Teresa.

Se acerca a una cortina en el extremo de la sala por la que se accede a la trastienda y se pierde unos instantes. Tony es un italiano listo que ha sabido crearse una clientela adulando a los americanos y hablando mal de los irlandeses. No tiene ni idea de cómo cortar el pelo pero ofrece ese tipo de servicios como el de la manicura que otros ni se han planteado. Me corta el pelo mientras charla  monótonamente sobre el alcalde y algún tipo de impuesto hasta que me hace dormitar. Aún en trance, noto como me afeita cuidadosamente mientras sigue su monologo hasta que me deja la cara bien rasurada. Me hace el numero de los espejos y el cepillo y finalmente me acompaña hasta la cortina. Deja que entre solo. Cruzo un pequeño distribuidor y entro en el cuarto que hay a mi derecha para encontrarme con Teresa.
Es una portorriqueña joven y voluptuosa. Quiero decir que tiene unas tetas y un culo que da gusto mirar y mas gusto llevarse a las manos. Sus carnes son duras pero muy suaves y me vuelve loco acariciarlas cuando follamos. Siempre me corro antes de lo normal. Pero con Teresa lo normal es correrse antes de lo normal. Ella también lo entiende así y se ríe de que ningún hombre le dure lo suficiente.

- Hola Teresa – le digo mirándome las uñas – tengo un poco de prisa así que no te desvistas. Solo quiero una mamada. No ando bien del estomago, sabes?

Me quito la chaqueta y aflojo el nudo de la corbata antes de sentarme en la cama. Luego me dejo caer hacia atrás para que la espalda me lo agradezca. Llega Teresa con dos pequeños cuencos de cera liquida que coloca a mis costados y entra despacio los dedos de mis manos. Rápidamente noto como la cera me quema hasta casi hacerme gritar pero un instante después el dolor se va calmando y el calor empieza a repartirse desde los dedos hacia el resto del cuerpo. Es una sensación agradable y me relaja de una noche sin descansar. Noto como Teresa empieza a desabrocharme el cinturón y los botones del pantalón hasta que mi polla queda completamente liberada.

-                          Sr. Bukowsky – dice Teresa sorprendida – no lleva ud calzoncillos?
-                          No. No he encontrado unos limpios por el despacho y he decidido salir sin ellos. Puede que sea un cerdo pero no soy un guarro.

Teresa me limpia con un toalla húmeda con olor a jazmín dulce y penetrante que se adhiere por toda la habitación y empieza a chupármela hasta que entro en éxtasis. Joder que bien lo hace!. Si dios hizo un cielo debe ser como este momento. Solo tengo que preocuparme de que me guste. Cojonudo. Teresa continua a lo suyo. Si sigue así, me va a entrar la sabana por el culo. Empiezo a pensar en el verdadero placer cuando traigo a mi imaginación a la Srta. Dubois y su culo, la Srta. Dubois y sus tetas, la Srta. Dubois y su “pie de camello”. Joder que bueno, no aguanto mas, allá voy…
Ay Teresa! Esta chica si que sabe como dar gusto! Después de un rato todavía sigue acariciándome la polla con la lengua. La próxima vez que follemos pienso ponerme las pilas y conseguir que se corra. Me parto de la risa. Solo a mi se me ocurren estas cosas. Ha dejado de dolerme la ulcera. Esto del sexo esta bien. Quizá me la tengan que chupar todos los días para que se me cure. Me incorporo mientras Teresa termina de limpiarme y me levanto para subirme los pantalones y ponerme la chaqueta. Se acerca después de enjuagarse la boca y le largo cinco pavos. Voy a decirla que la próxima vez todo será distinto y que la tratare como se merece, no como una puta… pero me doy la vuelta y solo alcanzo a decir: “Adiós Teresa, la próxima vez vendré con calzoncillos” A veces ni yo mismo me entiendo.
 Salgo de la peluquería por la puerta de atrás y voy directo al garaje a recoger mi Buick Regal. Paso por la tienda de McInn y entro para comprar un botella de vodka. Tengo que celebrar lo bien que me va la mañana. McInn me habla de los cerdos italianos como si tuviesen la culpa de todo y yo aprovecho para darle el primer trago a la botella.

-                      Como vera sargento nada del otro mundo. Después tome un perrito caliente en un puesto de la treinta y siete…
-           … del que nadie se acordara de ti verdad Bukowsky?
-           Que quiere que le diga! Soy un tipo del montón!
-           Si hombre, si. Del montón de la mierda! Anda sigue con tu historia.


2                    1:36 p.m.     
                             La calle catorce no es una calle muy larga. A ambos lados aparecen pequeños negocios para el día: fruterías, panaderías, almacenes de todo tipo, putas y algún que otro corredor de apuestas de poca monta que lleva su negocio a cuestas de barrio en barrio. Únicamente hay un garito que se anuncia con luces de neón rojas y verdes bajo el ambicioso letrero de “Club Nigth Star”.
Están reponiendo las bebidas y por la puerta principal, abierta de par en par, entro decidido. El local tiene una pinta estupenda: a la derecha una barra bien cargada de botellas de todo tipo con el suficiente espacio para que una compañía entera se emborrache. Al otro lado veinte mesas dispuestas frente a un escenario amplio, como todo el local y entre medias una pista de baile. Decido que no voy a olvidarme de este sitio. Me gusta y tiene marcas de vodka que no conozco.
Detrás de la barra hay un camarero delgado, con el pelo rubio que con amaneramientos, va colocando lentamente las botellas en sus correspondientes estanterías y aparta las cajas vacías que según él las trataba, debían pesar toneladas cada una. Una fina película de sudor le cubre la frente y el labio superior que continuamente trata de limpiar con el dorso de la mano y cada vez con mas reiteración. Creo que es un pedazo maricón. Me acerco e intento ser respetuoso:

-          Rubito, ando buscando a LIn – digo sin dejar de mirarle y  
           dejo una tarjeta mía sobre el mostrador –

Vuelve a limpiarse una vez más el sudor de la cara y descubro un fino bigotito rubio, muy rubio por encima de su labio mientras me sostiene la mirada y contesta:

-                          No se quien es Lin!

Como soy un hombre paciente decido cambiar de estrategia.

-                          Muy bien. Volveré esta noche por si alguien la recuerda. Me gustaría ver el tipo de brebaje que movéis aquí.

El hombrecillo me acerca una de las botellas que esta colocando y envalentonado por mi decisión me dice:

-                          Y ahora lárguese de aquí hasta esta noche.

Pobre imbecil. Le agarro por su brazo casi femenino y le calzo una hostia que le tira al suelo casi a dos metros de distancia. Ya la hemos jodido. Aquí esta otra vez la ulcera. Por suerte a la botella no le ha pasado nada y me espera de pies como una novia en el altar. El hombrecillo se levanta con la cara  hecha un cuadro. El puñetazo le ha roto la nariz por la que escurre abundante sangre. Tiene los labios inflamados y entumecidos. La sangre le cubre la boca pero se nota perfectamente como le cuelga un diente por debajo del labio superior. Tiene la mirada perdida y aun no ha recobrado el conocimiento del todo. Tengo que ahogar la risa por no parecer maleducado.

-                          Veras hijo, en esta mano tengo una fotografía de Lin. Bajo ella hay un billete de diez pavos. Y en esta otra tengo la botella de vodka. Bien pues elige: o me dices donde puedo encontrar a esta zorra china y te quedas con los diez pavos y aquí paz y después gloria o me bebo el vodka de un trago y te meto la botella por el culo y aquí no ha pasado nada. Tu eliges

Casi me meo de la risa al ver la cara que pone.

-                          Esta bien, esta bien – contesta rápido – Lin vendrá esta noche sobre las diez. Tiene actuación.
-                          Joder, que fácil era la respuesta, rubito. Veras lo que vamos a hacer. Voy a volver esta noche a las diez en punto para saber que no me has mentido. Y me voy a llevar los diez pavos porque no me queda mas pasta y la botella de vodka para que no se te olvide que la traeré esta noche. Lo has entendido bien rubito?

El camarero maricón se quedo inmóvil sin hacer un solo gesto. Solo por ver que no se había quedado muerto de pies, amago con levantarle la mano y  entonces hace un escorzo raro, una figura extraña como para cubrirse del golpe. Yo con este tío me meo.

-                          Tranquilo rubito. Quieres que te arranque el diente? No? Bueno pues hasta la noche.

Agarro los diez pavos y la botella de vodka y salgo a la calle con la impresión de que va a ser el dinero mas fácil que he ganado en toda mi vida.

-           Y fui a casa porque el perrito me estaba mordiendo las tripas. El muy cabrón! Después debió hacerme efecto la medicina porque caí en un profundo sueño. Son estos medicamento modernos que les ponen tranquilizantes, sargento.
-           Vamos sigue y no te entretengas!
-           Sobre las siete de la tarde llamaron a mi puerta un hombre y una mujer con muy malas maneras me golpearon y me dejaron k.o. Querían lo que me había dejado en deposito la señorita Debois. Jamás los había visto ni tampoco sé como consiguieron dar con mi dirección. Cuando desperté se habían matado entre si. Seguramente, por la avaricia, discutirían al no encontrar el paquete.


3                    7:10 p.m.     
                             Me despiertan unos insistentes golpes en la puerta que me aporrean la cabeza como si estuvieran llamando dentro. Antes de que me estalle, consigo despejarme lo suficiente para abrir un ojo e incorporarme pesadamente del sofá de mi despacho. Grito que quien sea, deje de golpearme de una puta vez y entre. Levantarme y coger aire para gritar hacen que me suba a toda velocidad, desde el estomago hasta la boca, un grandioso eructo que explota con gran escándalo. El olor del vodka mezclado con la acidez de la ulcera, me producen una arcada y una sensación de asco que consiguen despejarme lo suficiente, como para querer morirme. O tomar otro trago. No puedo. Me dejo caer a lo largo del sofá todo lo grande y pesado que soy y así tumbado, sin camisa y apestando me descubren las visitas. Oigo unos pasos peo soy incapaz de reaccionar.

-                          Sr. Bukowsky? Me llamo Lin y tengo un recado para la Srta. Dubois.

Joder si cobro por algo como esto, será como robar un caramelo a un niño. Me incorporo despacio esperando que la habitación deje de dar vueltas a mi alrededor. En la puerta hay una mujer de las que quita el hipo. Es Lin. Tiene una belleza radiante, destacaría en medio de un concurso de bellezas o en medio de todas las mujeres del mundo. Tiene una mirada hipnótica, de esas miradas que ni puedes ni quieres quitarte de encima. Seductora, atractiva y sensual muy sensual con una cara irresistible y una boca pequeña y pintada de rojo pasión que incita al pecado.
Lleva puesto un vestido blanco ceñido a la cintura y muy ceñido a las tetas y es el mejor par de tetas que he visto en mi vida. Ni grandes ni pequeñas y se adivinan firmes y duras, como las de algunas estatuas de los edificios importantes. Recuerdo que también había unas estatuas así en la casa de madame Clocot, una casa de fama en la que una vez salude al congresista Landon cuando nos encontramos los dos en pelotas camino del retrete, aunque él juraba y perjuraba que era viajante, mientras intentaba alejarse de mi a toda prisa.
Lin tiene el cabello muy corto y muy negro en contraste con el maquillaje blanco de su cara y le otorga un aire frágil e indefenso que le vienen muy bien a mi ego en este momento. Junto a ella está el camarero maricón que había conocido por la mañana, con su nariz vendada y sus labios hinchados y rojizos a pesar del maquillaje que lleva encima. Me fijo en el bigotillo delgado y rubio que cubre su sonrisa. Creo que le gusto pero la botella vacía de vodka que sostiene entre sus manos empieza a mosquearme. O quiere cobrármela o quiere metérmela por el culo. Instintivamente cojo otra botella que hay en el sofá y me dispongo para lo peor.

-                          Vera Srta Lin, Ud. me ve alas? No verdad? Y sabe porque? Porque no soy una jodida paloma mensajera. Lo entiende? La Srta. Debois tan solo quiere que le devuelva lo que es suyo. Ud. me lo da a mi y yo se lo doy a ella porque para eso me paga.

Me gustaría creer que sueno convincente y golpeo el culo de la botella contra la palma de mi mano en un tono amenazante. Pero un tipo borracho a medio vestir e intentando vocalizar y no caerse a la vez, no resulta creíble. Lin se acerca a mi y como si no hubiera oído nada de lo que he dicho y mucho menos la intimidara empieza a hablarme despacio.

-                          Sr. Bukowsky, yo no tengo nada de nadie. Vengo hasta aquí porque no quiero verle en mi trabajo y para que le diga a Cori, que el diamante es mío. Ella me lo dio porque la hice muy feliz mientras estuvimos juntas…
-                          A mi me da igual – interrumpí para evitar que tomara la iniciativa de la discusión – si uds. han roto o juegan a hacer bollitos de flor de loto bajo las sabanas pero mi cliente quiere su diamante y yo quiero que se lo devuelva. Entendido putón?

Planto mi mano en su culo duro y respingón para reafirmar que soy el macho dominante. El camarero maricón esta a punto de tirarme la botella a la cabeza pero se detiene ante un gesto con la mano de Lin.

- Esto le va a costar muy caro Sr. Bukowsky – responde Lin amenazante, sin dejar de mirarme –

Acerca su cara lentamente a la mía hasta que ambas están a menos de media pulgada. Entreabre los labios lo suficiente para que yo imagine su sexo, y el mío como repuesta inicia una embestida suicida contra la bragueta. No entiendo nada. Así amenazan las bolleras? Suelto la botella y le agarro suavemente el culo con las dos manos para que no escape y atraigo su cuerpo muy despacio hasta que sus pezones rozan los míos. Si los pezones de Dubois eran sonrosados y suaves, los de Lin son oscuros y ahora mismo están tan duros como mi polla. Estoy dispuesto a besarla y meterla la lengua en aquel sexo rojo, facial y delicado hasta el fondo.
Entonce siento un terrible dolor en la pelotas. Creo que me han estallado de lo hinchadas y duras que las tenia. Empiezo a poner los ojos en blanco y me retuerzo de dolor cuando comprendo que aquella zorra me tiene bien cogido y no me suelta. Ni me suelta ni afloja. Joder que fuerza! Un sudor frío empieza a inundarme la frente y me doy cuenta que la puta ulcera ahora no me duele nada. Lin sigue sin aflojar ni un ápice y yo no puedo aguantar mas. Lo mejor es que me las arranque de una vez y se la lleve bien lejos. Ya hablaremos otro día del diamante. La tensión impide que mi sangre circule libremente y mi cerebro acusa esta falta de riego. Empiezo a desmayarme. Mis manos se arrastran por el culo Lin hacia abajo, hasta que finalmente me explota la cabeza. Seguro que me ha estallado una vena de tanto apretar las pelotas y es el fin.
Mientras caigo al suelo pienso que todo es muy raro: no me duele la ulcera y no me duelen las pelotas. No se que quedara ahí abajo pero no me duele nada. Debe estar como un papel de periódico arrugado eso de ahí abajo. De mi polla ni rastro por supuesto. En cuanto hay peligro no se donde se esconde.
Desde el suelo alcanzo a ver al  camarero maricón a mi lado, con cara de venganza. La botella que aun sostiene en la mano, esta manchada de sangre con algunos cabellos pegados a una masa asquerosa. Doy gracia a dios por dejar que el camarero maricón me pegara y que Lin cejara en su empeño de quedarse con mis huevos en la mano. Joder que gusto da sentirse otra vez las pelotas. Cierro los ojos y me desmayo.


4                    7: 40 p.m.    
                               Me despierto. Estoy tirado, encogido y amarrándome las pelotas como un adolescente. Lin esta junto al camarero maricón y todo aquello que hace unos pocos minutos creía que era para mi, ahora se lo esta entregando con lujuria. Junto a mis pelotas se despierta un viejo amigo mientras ellos e abrazan y se besan como si hubieran anunciado el final del mundo. Lin sujeta la cabeza del camarero con una mano mientras con la otra le soba la entrepierna por dentro del pantalón. Espero que emplee la misma fuerza que conmigo. A su vez el camarero estruja las tetas y el culo de Lin con una ganas comparadas a las mías. Decido incorpórame en cuanto pueda y unirme a la fiesta porque ya estoy tan excitado como ellos.
En un instante el camarero maricón se porta como todo un hombre y voltea bruscamente a Lin, dejándola doblada hacia delante encima de la mesa de mi despacho. Joder que culo tiene Lin desde aquí abajo. Mi héroe-camarero maricón se pone detrás de ella y aparta su falda para despejar el camino. No puedo consentirlo. Encima de mi mesa solo yo puedo dar por culo. Me levanto y por sorpresa le doy un puñetazo al camarero maricón en las costillas con todas mis fuerzas y oigo como le parto al menos un par de ellas. Se dobla de dolor y se gira hacia mi ofreciéndome su cara lo suficiente. Le estampo un patada en los huevos con toda la fuerza que dios me ha dado. Y es mucha. El camarero maricón se desploma como un saco y antes de poder jactarme de mi victoria Lin me sacude en la cabeza con lo primero que encuentra encima de mi escritorio.
Por suerte es una figura barata que se rompe fácilmente y no me produce mas daño. De que coño tenia yo esta figura? Alcanzo a Lin con uno de mis puñetazos favoritos en el estomago y me dispongo a rematarla con otro pero tengo un rasgo de decencia y pienso que no esta bien destrozar una cara tan bonita. Decididamente soy un caballero y le atizo con la mano vuelta. No le dejara huella pero es una hostia de campeonato. Levanta los brazos como en el teatro y cae quedando en la misma postura que tenia en la mesa del despacho. Con su culo en primer plano. Joder que culo. Si Lin estaba dispuesta unos segundos antes para el camarero maricón ahora lo estaba para mi y me río pensando en como va recordarme  los próximos dos días cuando quiera sentarse.
Acaricio su culo con una mano mientras con la otra me desabrocho los pantalones y los dejo caer para que aparezca la polla mas impaciente de esta ciudad. Entro cuidadosamente las manos bajo la falda de su vestido y palpo su culo hasta que encuentro la fina goma de sus bragas. Tiro de ellas suavemente y veo como aparece un pequeño y delicado pedacito de gasa blanca con bordados de flores y forro de seda natural. Joder pienso, si esto se lo pone en el culo que comerá? La seda de las bragas no es nada comparada con la seda de su culo. Que gusto da tocarlo!. Me entra el placer por la yema de los dedos y  me eriza todo los cabellos hasta que llega a la nuca y allí me hace unas cosquillas deliciosas que me obligan a ladear el cuello de un lado a otro para que finalmente llegue el placer hasta mi cerebro, donde únicamente me llegan las cosas buenas como el vodka.
 A estas alturas mi polla se mueve como loca y ha decidido poner el piloto automático, así que decido encularla de una puta vez. Me arrimo a ella mientras le subo el vestido y dejo al descubierto aquel templo de placer. El culo es perfecto, tiene las medidas perfectas y ante mi no solo queda al descubierto su orificio mas oscuro sino dos auténticos cojones que cuelgan, cuidadosamente depilados. Justo detrás de ellos, asoma una hermosísima polla de proporciones considerables. La mía se acojona y parece muerta.

-                          Pero… que es esto? Donde lo tenia guardado? – digo estupidamente sin dejar de mirar el trío que acaba de aparecer –

Estoy tan embobado que no veo acercarse al camarero maricón pero ya no es el mismo gallito que entro por la puerta hace unos minutos. Voy a rematarle y cuando alzo el brazo para darle con todas mis fuerzas, Lin acierta a atravesarme el antebrazo con el abrecartas que hay encima de la mesa. Joder, yo nunca lo había utilizado. Es un dolor horrible pero conociendo a Lin me alegro que no haya apuntado mas abajo.
Con el brazo agarrotado y los pantalones por los tobillos, aciertan entre los dos, a llevarme hasta la mesa del escritorio y dejarme boca abajo con el culo al aire. Si alguna vez hay que sentir pánico en esta vida, no es cuando llega tu hora final ni si pierdes en las apuestas sin poder pagar. Ni siquiera cuando te vas a casar! Este es el momento: cuando tienes el culo  en pompa y dos pollas deciden cual es la primera.
Lin se sube a horcajadas sobre mi espalda y no deja que me mueva. Noto como el camarero maricón se restriega y le crece su “interés” por mi. Por lo menos no es la polla de Lin. Ellos siguen excitándose con sus besos y yo no recuerdo bien si mi Baretta esta en el cajón izquierdo o derecho de la mesa. Pienso que van a “darme” de un momento a otro mientras busco en el cajón que tengo mas cerca con la única mano que puedo mover, la salvación  que me libre de esta pesadilla. Ya la tengo! Por suerte siempre esta cargada. Por suerte y por si tengo que cargarme a cualquier hijo de puta! Rápido, vuelvo todo lo que puedo la cabeza para intentar ver el bulto que tengo en la espalda hasta que toco algo con el cañón de la pistola y disparo dos veces seguidas.
El cuerpo de Lin cae encima de su amante, con un quejido de dolor y quedan los dos en el suelo. Me giro rápido y veo a Lin muerta bocabajo encima del camarero maricón que empieza a llorar sin consuelo. Pienso en coger el maldito abrecartas y atravesarle el cuello de lado a lado cortándole la yugular para que muera ahogado en su propia sangre.


5                    8:20 p.m.     
                             Arranco el abrecartas de mi brazo que me produce un dolor espantoso y a punto estoy de desmayarme otra vez esta tarde.  La demostración de hombría deja muerto de miedo al camarero maricón que sigue llorando la muerte de Lin a moco tendido. Joder, con esto no contaba! La única esperanza de recuperar el diamante es que este hombre sepa donde lo guardaba Lin. Tengo que intentarlo y cuanto antes, aprovechando el estado de shock que tiene. Me acerco a él con cara de asesino y aprieto la punta del abrecartas contra su cuello con firmeza pero sin llegar a pincharle.

-                          Quiero el diamante! – le digo. No se lo pregunto, doy por hecho que él sabe donde esta. Y mas le vale que así sea porque estoy dispuesto a degollarle ahora mismo. Para que vea que no me ando por las ramas aprieto el pincho un poco hasta hacerle daño y sangre y remato: – si no me dices donde está, te saco esto por el ojo.

-                          Cállate Albert!

Joder que susto. Es la voz de Lin. Esta viva pero por como habla y respira no le faltan mas de un par de minutos. Tengo que aprender a rematar los muertos. Me viene el dolor de la ulcera. Ya sabia yo que esto era por el estress.

-                          Muy bien pues prepárate porque te vas a ir al cielo con su polla en  el culo – le digo a Lin 

Pero Lin ya no tiene miedo de nada y esboza una sonrisa que me deja frío.

-                          Eso tendría mucha gracia Sr. Bukowsky. El diamante se vendrá conmigo a la tumba.

Después saca pecho buscando la ultima bocanada de aire y muere haciendo un sonido como si cerrara una puerta por dentro. Ahora si que se me ha jodido el negocio.

-                          Dile donde esta, Lin, por favor no te mueras, díselo, díselo!! Dile donde lo tienes escondido!

Como es la puta vida! Cuando menos te lo esperas vuelve a surgir la esperanza.

-                          Muy bien Albert, acabemos de una vez. No te muevas y no te dolerá – y hurgo un poco en la herida de su cuello con el brazo en posición de apretar –

El grito de miedo y de dolor me paraliza un instante. Este hombre tiene verdadero miedo de morir. Cree que le voy a matar en un par de segundos y yo hago todo lo posible por que se cague de miedo. Él sabe donde esta el diamante y yo quiero que me lo diga. Aflojo un poco y le digo:

-                          Lo ves, te has movido joder, te vas a cortar tu solo al final  y eso va a ser mas doloroso. Veras lo que voy a hacer: para que no te muevas en vez de sacarte el pincho por el ojo te lo voy a meter por él. El dolor que produce el ojo al estallar te deja prácticamente paralizado y así no te moverás. (Joder, hasta yo tengo miedo de las cosas que digo)
-                          Pare, pare, no siga. Yo le diré donde esta el diamante! Yo se lo diré.
-                          Estas seguro Albert? Tu sabes donde esta? Joder Albert, te has meado! Espero que no sea de gusto maricón! - Le miro fijamente a los ojos y saco el ultimo as de la manga - Sabes que, Albert? No te creo. Lo dices para que no te mate y deberías aprovechar ahora que estas medio desnudo y meado para irte de este puto mundo. Es como si te fueras con un corte de mangas! En el fondo es un acto honorable. Anda ven que acabemos!
-                          No, no. Lo tiene él. Lo tiene guardado dentro!

Es curioso . Alberte se ha referido a Lin como él. Yo no puedo verlo mas que como ella. Eso si: con dos cojones. Y donde coño tiene Lin guardado el díamante. Un anillo no se puede esconder fácilmente en un cuerpo tan expuesto a la vista como el de LIn y estoy seguro de haber taladrado con la mirada o tocado con mis dedos cualquier.... ¿? La madre que… Ah no, eso si que no. Esta jodida zorra tiene el diamante escondido en el culo!! Yo no busco ahí ni por un millón de pavos. Este trabajo no esta pagado! Menos mal que tengo aquí alguien que sabe de entrar y sacar del culo.

-                          Muy bien  Albert, te creo. Anda coge el diamante y dámelo.
-                          Yo? Yo no puedo hacer eso con Lin. Le quería. – dice con la mirada perdida –
-                          Veras lo que voy a hacer, Albert! Creo que al final si me has colado una buena bola con la pobre Lin y que el diamante esta dentro de tu culo! Así que voy a atarte bien fuerte y te voy a meter este abrecartas hasta el fondo y tu me vas diciendo si voy bien, o el puto diamante a viajado intestino arriba y debo rasgarte los esfínteres para llegar. Tardaremos algo mas pero estoy seguro que al final daremos con él.

Cuando acabo de hablar Albert ha entendido perfectamente lo que tiene que hacer. Le pongo el abrecartas en la mano y le apunto con la Baretta. Se acerca Lin como un autómata babeando y le da la vuelta. Vuelvo a ver el precioso culo de Lin. Lastima. Después se arrodilla entre sus piernas y llorando a gritos le mete los dedos índice y corazón hasta dentro. Como esta muerta no hace ninguna presión y facilita el trabajo de Albert que sigue llorando y moqueando. No se como puede ver algo. Si lo pienso fríamente podría haberla dado por el culo a pesar de los colgajos. Creo que soy un cerdo. Ya no quiero mirar mas.
Repaso mentalmente si me queda alguna botella porque necesito un trago de verdad. Y el dolor de la ulcera me recuerda que hoy es un día como otro cualquiera. Deseo de todo corazón que no haya que rasgar el ano de Lin con el abrecartas y el diamante salga rápidamente. Tengo suerte y Albert se vuelve unos instantes después con los ojos enrojecidos mientras me acerca un pequeño paquete de aproximadamente una pulgada de diámetro y tres de longitud. Esta recubierto con un condón anudado. Joder y yo que pensaba que era un dinero fácil!

-                          Rompe el condón para que yo coja el paquete – le digo un poco asqueado -

Parece uno de esos cartucho de monedas que hay en los bancos. Dentro hay dos frascos iguales. Uno es  pequeño con polvos blancos que no necesito probar para saber lo que son. Y el otro tiene dentro un anillo de plata con un diamante engarzado. Es un diamante del tamaño de un garbanzo, transparente. Lo pongo a la luz y refleja un millón de colores azules que me dejan sin palabras. No me extraña que las mujeres pierdan el culo por algo así. También puedo adivinar mucha gente muerta a su alrededor.
Entonces veo a Albert, tendido en el suelo con las muñecas abiertas  sobre un charco de sangre que crece sin parar. No me he fijado en él, distraído con el puto diamante y ahora esta a punto de morir desangrado con los ojos en blanco. Me siento raro. Cuanta gente habrá muerto desde que algún desgraciado, encontró este pedazo de cristal en alguna mina con condiciones miserables? De verdad este garbanzo de luz transparente merece el honor de ser un asesino? Un asesino es alguien que tiene ojos, cara, manos madre y es de verdad. Puedes sentir el miedo en su presencia, puedes oler la muerte cuando se acerca. Pero esto? Esto es un puto cristal y si lo machaco con la culata de mi pistola los pedazos que queden, seguramente no serán ni la mitad de las muertes que lleva dentro.
Necesito un vodka. Me arreglo un poco la ropa y termino de vestirme. Compruebo que llevo la pistola, la droga y el diamante. He hecho bien en arreglarme el pelo y afeitarme esta mañana. Cierro la puerta del despacho y deseo que Albert muera rápidamente. Entiendo que le vendan bien unos minutos de tranquilidad antes de morir.
-                          Al ver aquellos dos cadáveres en mi despacho me entro el pánico y salí a la calle a por un poco de polvo blanco. No soy uno de esos viciosos pero había vuelto el dolor de mi estomago y no me dejaba pensar con claridad.
-                          Te estas cargando de mierda hasta las orejas amigo.
-                          Lo se, lo se. Pero quiero decir toda la verdad sargento.
-                          Muy bien. Termina Bukowsky!


6          9:03 p.m
                            Entro en el almacén de Leví´s y me acerco al mostrador. La señora Leví me atiende amablemente.

-                          Buenas tardes, que desea?
-                          Buenas tardes – saludo – quiero una botella de vodka.
-                          Que quiere?
-                          Una botella de vodka– grito –
-                          Ah, ya entiendo – dijo la mujer. A juzgar por su edad y su sordera debe ser la mujer de Noe en vez de la mujer de Leví–
-                          Aquí la tiene. Son dos dólares. Desea algo mas?
-                          Si. Quiero un preservativo – respondo gritando –

En ese momento me doy cuenta que no estoy solo y lanzo una mirada a mi alrededor, levantando las cejas con ademán de pedir disculpas.

-                          Que quiere? Gríteme que voy perdiendo el oído.
-                          Quiero un preservativo – lo dije bien alto y bien despacio para que no tuviera problemas –
-                          Ah muy bien! Son para ud.

Joder que clase de pregunta es esa?

-                          Si, para mi – voceé –
-                          Ah, muy bien – se detuvo un instante mirándome de arriba abajo y espetó: - tamaño medio!

Vieja zorra. Esta conversación ya es del dominio publico y noto cuchicheos a mis espaldas que no me gustan. Palpo la Baretta en el bolsillo y me giro desafiante. Todos vuelven a sus compras como si yo no existiera.

-                          Aquí tiene sus preservativos. Son noventa centavos.
-                          Señora aquí vienen tres y yo solo quiero uno – vuelvo a gritar y vuelvo a sentir todas las miradas sobre mi –
-                          Pues vienen tres – responde la vieja sin otra explicación –
-                          Si pero yo solo necesito uno. Ni es año nuevo ni voy a ninguna fiesta.

Oigo algunas risas y me vuelvo pidiendo aprobación.

-                          Pues si va de fiesta que se divierta. Son dos noventa. – y me muestra una sonrisa de complicidad totalmente estupida –

Mientras busco mis últimos dólares mascullo en voz baja: “ si echo tres polvos no me levanto hasta pasado mañana” Joder, dos noventa. Por suerte viene de tres en tres, si llegan a venir como las aspirinas tengo para toda la vida!
Cojo el cambio y me dirijo a la cabina de teléfonos. Pongo los diez centavos y marco el teléfono de la Srta. Debois. Mientras espero me largo dos tragos de vodka que me hacen resucitar.

-                          Si, quien llama? – se oye al otro lado del teléfono –
-                          Srta. Debois, soy Bukowsky. Ya tengo lo suyo.
-                          Cuarenta y dos de la avda. Lincon. Le espero en veinte minutos.

Cuelgo y le doy otros dos tragos a la botella. Esta bueno de verdad. Voy dando un paseo. Hace una noche agradable y la idea de pulirme otras dos botellas antes de acostarme con el dinero fresco hace que me sienta un optimista.
A estas horas Albert ya debe estar muerto y dándose por culo con Lin en el infierno. Lin, que mujer. O lo que mierda sea. Como se puede tener esa cara, esas tetas, ese culo y ese cuerpazo junto a todo lo demás? Dios no estaba en sus cabales cuando dejó follar a sus padres.
-           Fui al barrio chino a pasar el pico y cuando me desperté decidí venir a la comisaría. Te juro Sam que es la verdad!
            -           Como tengo que decirte que no me llames Sam?
            -           Disculpe sargento!
-           Se que me estas contando una puta mentira pero no tengo pruebas contra ti y no voy a perder el tiempo con la muerte de dos capullos. Te voy a detener por tenencia y consumo de estupefacientes. Serán de tres a cuatro meses en la enfermería de la cárcel. Tienes seguro medico Bukowsky?
            -           No. Ya sabes que no, Sam.
-           Escucha una cosa: Cuando salgas hazme un favor. Búscate una mierda de trabajo que te permita comer sopa todos los días y deja de hacer tonterías. Entendido?
            -           De verdad quieres hacer de mi una buena persona Sam?
            -           No me toques los cojones Jack! Y deja de llamarme…
            -           De acuerdo sargento, lo que usted diga.
                       
                       
                        7          9:40 p.m.
                  Por fin llego al 42 de la avda. Lincon. Llamo al portero automático y sin que nadie me conteste oigo que se abre la puerta. Están bien estos apartamentos. Un sitio tranquilo cerca del parque. Materiales caros, mobiliario de lujo y unos vecinos con dinero. Donde yo vivo no tenemos ni luces en la escalera. Cuando toco la puerta se oye una campanilla que inicia el himno americano. Ante mi aparece Corina con una bata de seda medio abierta que me deja ver todos sus encantos y me reafirma como hombre. Esta zorra hace que se me ponga dura. Muy dura. Sin decir una palabra da la vuelta y se dirige a la habitación contigua, su dormitorio. Entro y cierro la puerta tras de mi.

-                          Un trago Sr. Bukowsky? – me dice desde la habitación – Estoy cogiendo su dinero.

Me pongo un doble y me relajo un poco. Corina aparece unos instantes después y me deja ver en todo su esplendor unos pechos preciosos a punto de saltar de un pequeño sujetador de color malva que le da un tono especial a su piel. Lleva puestas un culotte de seda a juego con el sujetador pero no es ajustado, no aprieta ni marca la zona como hacían los pantalones de esta mañana. Al contrario: podría decirse que el vaivén de la seda al andar, acaricia continuamente su sexo, con delicadeza. Y eso la hace mas provocativa. Me va a estallar la entrepierna. Procuro parecer calmado y disparo:

-                          No se si puedo pagar todo esto!
-                          Ha traído el diamante Sr. Bukowsky? Depende de la respuesta que tenga suficiente para pagar o no.
-                          Por supuesto Srta. Debois. Aquí esta.

Lo saco del bolsillo para que lo vea un instante. Luego vuelvo a guardarlo y dejo que me diga si tengo bastante o no y echo un buen trago sin apartar la vista de ella.

-                          Aquí tiene su dinero – dice, ofreciéndome unos billetes y sosteniendo mi mirada – Ahora tiene suficiente para comprar lo que quiera.

Cojo El dinero y acabo el vaso. Me acerco a ella hasta que siento el calor de su piel. Me frena en seco cuando no cabe nada entre nosotros, para tomar la iniciativa. Sujeta con dos dedos mi corbata y sin darme la espalda intenta llevarme hasta la cama. Yo también tengo mis cartas y me paro en la puerta para tirarme un farol:

-                          Yo no pago putas
-                          A esto invito yo. Podríamos decir que es una pequeña compensación por la rapidez con que ha resuelto mi… problema. Sinceramente, creí que iba a costarme mas dinero!

Al final todo se trata de dinero. Me vuelve el dolor de la ulcera pero esta vez es de asco. Se acerca a mi y empieza a quitarme la camisa y a desabrocharme el cinturón. Antes de seguir desvistiéndome se retira unas pulgadas y empieza a quitarse el sujetador. Entre las tetas que tiene y lo brazos a la espalda si tarda unos segundos mas el sujetador habría saltado en mil pedazos igual que mi bragueta. Por unas tetas así podría dejar de beber. Un par de días. Saco el diamante y le pregunto:

-                          Donde quieres que lo deje?
-                          Es igual. En cualquier parte estará bien – dice sin concederle importancia –

Maldita zorra. Me han sacudido hasta casi matarme, tengo dos muertos en el despacho que aun debo explicar a la poli y dice que lo tire por ahí! Yo llevaba razón. Al salir del despacho sabia lo que tenia que hacer con el puto diamante pero luego me calme y decidí olvidarme cuanto antes pero no puedo. No puedo tragar con cualquier cosa. La abrazo, la beso con ganas y la tiro encima de la cama. La hago rodar y la dejo boca abajo. Creo que esto la pone a cien porque se ríe con ganas.

-                          Sr. Bukowsky! Va a enviar un paquete por la puerta de atrás? – y menea el culo como si ya le diera gusto.

Me acerco a ella y una duda hace que me pare en seco. Le pongo una mano en el culo y la otra la entro por dentro de sus bragas para evitarme sorpresa. Pero no, aquí hay un coño calido y suave que me devuelve la confianza en las mujeres. Acaricio un poco mas y ahora si creo que el gusto que le da es real porque me deja los dedos bastante húmedos. Arranco sus bragas de un tirón y se asusta lo suficiente para notar como se le pone la carne de gallina. Lastima de bragas deben costar una pasta. Tengo que cómprame unos calzoncillos iguales. Pero en otro color para que Teresa no se ria. Que buen culo. Recuerdo el de Lin y no me atrevo a decir cual es mejor. Este sin duda porque esta delante. Me incorporo y antes de bajarme los pantalones saco el diamante y la tira de condones. Cojo uno y entro el diamante dentro.

-                          Todavía no tienes preparado mi paquete, campeón? – dice esperando mi polla –
-                          Un momento amor. Le estoy poniendo un condón.
-                          Que considerado! – dice sorprendida – pero no es necesario.
-                          Si, yo si creo que es necesario. Prepárate corazón!

Me acerco otra vez a ella y con un movimiento rápido le entro el condón con el diamante dentro del culo y empujo con todas mis fuerzas con el dedo corazón hasta que no puedo mas. Grita aterrada de dolor y se tira, tensa, hacia delante. Noto una fuerte presiona alrededor de mi dedo y lo saco despacio para que el condón no se salga detrás.

-                          Pero que… que has… que me has… - dice conmocionada por el dolor –
-                          No te preocupes amor, ahora viene lo bueno.

Me desabrocho totalmente los pantalones y dejo que caigan al suelo. Tengo la polla mas dura que el diamante. Creo que esta vez lo voy a disfrutar. No es que me guste mucho esto de dar por el culo pero con el día que llevo si no lo hago me va a quedar una fijación. Guío la punta de mi polla hasta su ano y empiezo a empujar sin ninguna consideración. A cada acometida entra un poco mas y yo empujo una y otra y otra vez, hasta que consigo encajarla totalmente. No esta mal. No señor, nada mal. Un buen cuerpo y un buen culo que se ha tragado toda mi polla. Corina sigue gritando y llorando pero no me da ninguna lastima. No querías tu diamante? Pues ya lo tienes!
Empiezo a moverme adelante y atrás despacio pero rítmicamente y cuanto mas me muevo mas grita y cuanto mas grita mas dura se me pone y cuanto mas dura se me pone mas grita ella. Corina, patea diciendo que le duele y que le escuece pero ya estoy en el punto de no retorno. Poco después ya no puedo aguantar mas y me corro dentro de aquel culo fantástico que me ha vuelto loco muchas horas. Entre las dos me han tenido la polla en vilo todo el día.
 Cuando por fin me retiro, Corina lanza un gemido de placer que me hace pensar si quedarme un ratito mas para follarla bien por delante y poder tocarle las tetas como me merezco. Vuelve el dolor de la ulcera y tengo que elegir entre un coño y un vodka. Me estoy volviendo viejo. Me visto y salgo a la calle con ganas de tomar un trago y respirar aire fresco.
                       
-                          Dime una cosa Bukowsky: que debías guardar?
-                          No lo se sargento. Finalmente no pude ir a recogerlo.
-                          Muy bien firma la declaración que te traigan y procura no cruzarte mas en mi camino. Entendido?
-                          Si sargento. Podría echar un trago mientras espero?


8                    11:38 p.m.
                      Son la 11:38 de la noche. Doy un largo paseo intentando convencerme de lo que ha pasado hoy. A veces la puta vida gira tan deprisa que durante mucho tiempo después únicamente sientes vértigo. Supongo que el vértigo de vivir y que yo no cambiaria por nada. Tengo que conseguir como sea que me curen esta maldita ulcera antes de que acabe conmigo. Veremos si Sam es tan buen amigo.
Entro en la primera cabina que encuentro y llamo a la poli para que venga a detenerme. Ahora solo tengo que esperar e inventarme una historia. Joder como duele, tenia que haberme traído una botella!!
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